martes, 20 de abril de 2010

INTELECTUALES INDIGENAS EN BOLIVIA PARTE I


Roberto Choque Canqui
Ramiro Reynaga

EMERGENCIA DE LOS INTELECTUALES INDIGENAS EN BOLIVIA

Por: Ramiro Fernández Quisbert

Las sociedades prehispánicas que se desarrollaron en la zona andina boliviana, tanto Tiwanacota o Inca, como las más representativas, dieron mucha importancia a la religión y al conocimiento del cosmos, siendo el sacerdote o yatiri y los amautas (los sabios), personajes relevantes en la sociedad que junto a otros individuos que se dedicaban a las artes y oficios, orientaban a las autoridades a la comprensión del mundo, estas personas se dedicaban a desarrollar la cultura, el pensamiento religioso y la relación entre el hombre y el cosmos. Los arabicus, por ejemplo, eran los poetas, los Quipucamayoc, se dedicaban a manejar los Quipus, como fuentes de información, los amautas o ancianos que cultivaban las sabidurías universales, todos ellos pueden ser considerados, “profesionales del saber”, del conocimiento, es decir, “los intelectuales”, bajo los conceptos occidentales.
Estos “intelectuales” tuvieron que pasar a la clandestinidad, al pensamiento subterráneo, cuando se produjo la invasión española e impuso a sangre y fuego, su idioma, su religión, su lógica y su cultura, persiguiendo con la inquisición, el pensamiento de los amautas, los ritos de los sacerdotes y los bienes culturales. Este avasallamiento llegó al extremo de debatir si los indígenas, eran seres humanos o animales inferiores, se llegó al extremo de discutir si tenían alma o no, y si eran hijos de Dios o del diablo.
La llegada de los españoles en 1492 a América, y el primer contacto con los pobladores indígenas fue motivo de largas discusiones, uno de esos debates se dio precisamente en Valladolid, los términos humillantes a los que se refería el debate de Valladolid, mostraban a un Ginés de Sepúlveda, convencido de la animalidad de los indígenas y de la necesidad en lo posible de hacerlos desaparecer o tratarlos como seres inferiores, salvajes. Por su parte, Bartolomé de las Casas , defensor cristiano de los indios, abogaba porque se acepte el criterio de que los indios también eran hijos de Dios, como cualquier animal de la creación, sin embargo, el mismo mostraba su entero convencimiento sobre la inferioridad de estos seres.
Pese a este proceso de férrea dominación de la iglesia que se apoderó de la educación, censuró el pensamiento y controló el aparato ideológico y cultural del estado colonial, no permitiendo al indígena emerger como artista, creador, pensador, escritor, poeta, en suma intelectual; se produjo en distintos momentos de la historia, la emergencia de intelectuales indígenas aymaras y quechuas, tupiguaranies, en nuestro territorio. Tres casos concretos ilustran esta afirmación, el de Titu Yupanqui, el artista que esculpió a la Virgen morena de Copacabana en la colonia, el de Guaman Poma de Ayala y Santa Cruz Pachacuti, que fueron los primeros cronistas indígenas de la época colonial, que tuvieron que criticar abiertamente el régimen colonial y/o defenderlo y justificarlo .
Pero esto no quedaría ahí, en los siglos posteriores en el contexto histórico de fines del siglo XIX y principios del XX, en los que se desarrollaron las ideas del Darwinismo social, donde los intelectuales conservadores y liberales, sostenían firmemente la tesis de la incapacidad intelectual de los indígenas aymaras-quechuas y tupiguaraníes.
En el proceso de modernización liberal en Bolivia y tras la derrota del movimiento indígena liderizada por el Zarate Willka, se hicieron pruebas científicas con los indígenas de Mohoza, con la intención de demostrar esta ausencia de inteligencia en los indígenas proclives al salvajismo , haciéndose lo mismo con los niños indígenas para los procesos educativos impulsados por la misión Belga dirigida por George Rouma, la medición de cráneos ,así se bloqueó todo intento de educación de los indígenas, incluso se cuenta una curiosa anécdota de la vida de Isaac Tamayo y su hijo Franz Tamayo, Tamayo padre un intelectual proclive a los indígenas, se dice que adoptó un niño aymara y lo educó de forma rigurosa, tan sólo con el fin de demostrar lo que la educación podía hacer con un indio. Y el resultado de ello fue uno de los intelectuales más reconocidos, Franz tamayo, cierta o no esta anécdota, lo evidente es que Tamayo brilló con luz propia, en Bolivia y el mundo
En realidad como Tamayo hasta nuestros días muchos mestizos y criollos ideológicamente se hicieron aliados de los indígenas y los defendieron intelectualmente, pero también fruto de estos procesos se dio el surgimiento de preceptores o profesores de indios, en las primeras escuelas indigenales, que anunciaban la gestación de un pensamiento con autodeterminación, así surgió Leandro Nina Quispe, el mismo que escribiera el celebre manifiesto de la República Kollasuyu, plateando la refundación de la patria en base a las culturas indígenas , así mismo Avelino Siñani, quien fuera uno de los famosos preceptores de la escuela Ayllu de Warisata, que desempeño un rol vital en la educación intercultural, apoyando la labor de Elizardo Peréz .
Estos intelectuales aymaras se veían reducidos ante la presencia de verdaderas logias intelectuales de los conservadores, liberales, republicanos y nacionalistas e izquierdistas, que fueron tan estudiados por distintos intelectuales, en sendos trabajos como los de Francovich, Roberto Prudencio, Valentín Abecia, H.C.F Mansilla y otros que se dedicaron al estudio del pensamiento boliviano, despreciando los aportes de los intelectuales indígenas, tan importantes como los que mencionaremos a continuación.
La Revolución del 52, sin duda produjo cambios importantes en el país, más sin embargo, tuvimos que esperar décadas para evidenciar algunos cambios trascendentales, como efecto, del voto universal y la reforma educativa de 1955. La educación campesina fue uno de los pilares fundamentales para que se opere este cambio. Antes de la revolución, los intelectuales indígenas eran contados, luego de la revolución, emergió un icono del pensamiento indianista, Fausto Reynaga, sociólogo, quechua, abogó por la causa indígena, casi solitario en la década del cincuenta, pero en la década del 60 y del 70, se producto uno de los fenómenos más importantes a nivel social de los últimos cincuenta años, la emergencia de los intelectuales indígenas aymaras y qhechuas , que a diferencia de las décadas pasadas, es un fenómeno cada ves más masivo, no solo se trata del surgimientos de cientos de profesionales aymaras y qhechuas que vivieron procesos educativos que les permitieron vivir procesos de movilidad social e incluso blanqueamiento ideológico, sino de verdaderos pensadores que desde hace 30 años atrás, vienen recuperando, el imaginario de las sociedades andinas largamente conculcados, las ideas políticas, las ideas económicas, el pensamiento ancestral, los ritos, los mitos y todo el bagaje cultural para reencauzar el proceso de la construcción de una sociedad que los incluya y les permita ser ellos mismos, pese a quien le pese.
En este marco general tanto en los procesos de las dictaduras y el proceso democrático, de los últimos 50 años hemos asistido al encumbramiento y al empoderamiento de los intelectuales aymaras y Quechuas, Tupiguaraniesy, de tal forma que ni criollos, ni mestizos y menos extranjeros, puedan volverse a preguntar si los indios tienen alma o no y si tienen suficiente capacidad craneana para pensar con algo de lógica y razón.
La basta producción intelectual de los últimos años lo demuestra y la cada ves mayor penetración de políticos, economistas, sociólogos, filósofos, linguistas, historiadores
Se han ganado el derecho de ocupar una palestra en las sociedades, clubes y otros, que galardonan a los intelectuales y les dan la categoría de tales, por que su contribución al pensamiento nacional es incuestionable, aunque, la exenofóbia, el racismo y el apartheit aun tiene sus cultores conservadores y retrógrados, en nuestro país..
Estudios sociológicos recientes mencionan que se puede ubicar la emergencia del pensamiento indianista, en el siglo XIX y XX, pero que en Bolivia recién se fortaleció a partir de las ideas del quechua Fausto Reynaga, que en sus obras, tierra y libertad, Nación india, América y occidente, Sócrates y yo, elaborada bajo las bases filosóficas de autodeterminación de los indígenas traza un línea que hasta hoy día tiene fuerza en sus seguidores. Será en los años 70 cuando las libertades estaban conculcadas que emerge de un puñado de jóvenes estudiantes la necesidad de recuperar este pensamiento y darle una nueva vitalidad.
Raymundo Tambo, Genaro Flores, Fidel Huanca, gestores del movimiento 15 de noviembre, y su actividad cultural y radiofónica, son los líderes que influirán en las distintas generaciones para levantar en alto el pensamiento indígena, el pensamiento Katarista, a partir de este movimiento político se fue configurando un grupo de intelectuales aymaras, la otra vertiente, es el trabajo académico de docencia e investigación, surgen aportes de individualidades , de profesionales como Mauricio Mamani, que apoya los trabajos sobre la Coca de Carter y se comienza a destacar como un antropólogo relevante, así mismo, podemos mencionar a Juan de Dios Yapita que se destaca en el ámbito de la lingüística, el desarrollo de las lenguas nativas aymara y quechua, en el desarrollo de su grafía, en el campo de la historia al primer historiador profesional Aymara Roberto Choque Canqui, el mismo, que nos ayuda a desentrañar el proceso de constitución de los ayllus en los andes, la educación indigenal y la lucha de los indios por defender su tierra y sus derechos, desde el campo de la Sociología, Esteban Ticona Alejo, que profundiza en el conocimiento del liderazgo indígena, de los caciques y el rol político que jugaron los mismos en los procesos de rebelión indígena, el ex -ministro de educación, Felix Patzi, que escribe sobre la necesidad de descolonizar la educación, y lo hace desde distintos foros nacionales e internacionales . (comentario del libro los aymaras), Marcelo Fernández, con su aporte sobre el proceso de andinización o la capacidad de los ayllus de absorber, tecnología, conocimiento del mundo occidental para adaptarlo a sus necesidades de supervivencia cultural, permitiendo ver las culturas vivas y no solo haciendo una rememoranza nostálgica del pasado. Desde la filosofía, Fernando Untoja, con su retorno al ayllu, pretende hacer un acercamiento al pensamiento de sus ancestros, muy influido por presupuestos teóricos franceses.
El rol de los colectivos como el Thoa, es también muy importantes, ya que gracias a la investigación histórica, sociológica, antropológica han ido develando esta realidad de colonización de la sociedad boliviana, destacándose en estas organizaciones historiadores como Carlos Mamani, Roberto Santos Escobar, la sociologa Maria Eugenia Choque, Conde que aunque hoy parece haber sufrido una ruptura importante, aportaron significativa no sólo a la investigación social, sino a la organización incluso del CONAMAQ, que es la representación de la reorganización de los ayllus en el altiplano norte, además, el proceso de nuevos centros de acción a través de fundaciones, Ongs y otro tipo de organismos de apoyo internacional que han permitido que esta pleyade de intelectuales aymaras surjan en el espectro nacional.
Ahora estos intelectuales no tienen un pensamiento homogéneo, en general todos se reclaman indianistas, reynagistas o kataristas, al igual que el nacionalismo, el indianismo parece albergar, posiciones que oscilan desde las posiciones de izquierda, centro, derecha, existen posiciones que se denominan de autodeterminación, indianista aymara que hicieron alianza política con lo más duro de la derecha como Víctor Hugo Cárdenas que liderizando una fracción del MRTKL,hizo alianza con el MNR, de Gonzalo Sánchez de Lozada, en una muestra de anguria de poder, sólo comparable al papel de los aliados de los españoles que permitieron la derrota del Tawantinsuyu, el otro ejemplo emblemático, es el de Fernando Untoja que recién llegadito de Francia, nuestro Lenon andino, se alió al Gral. Hugo Banzer Suárez, y en el pentágono de PAT, muestra sus dotes intelectuales, francamente desviadas hacia un indianismo fundamentalista y reaccionario.
En el caso de los que adoptan posiciones más bien de radicalismo indianista se halla Felipe Quispe Hunca , que ya al iniciar su carrera política había redactado libros referidos a la necesidad del retorno de los indios al poder en su libro, Tupac Katari vuelve Carajo, que al fundar su movimiento fundamentalista de los Ayllus rojos, quisieron trabajar el tema de la autodeterminación de los pueblos. Lo mismo sucede con Germán Choquehuanca (El inca Choquehunaca), que habiendo sido parte de esta emergencia del tupackatarismo, se alió a Felipe Quispe, se considera que el aporte fundamental de Choquehuanca es haber consolidado, el uso de wipala, en los movimientos sociales, pues el fue quien con una investigación histórica, generó toda una justificación cultural de la representación simbólica de esta bandera que representa la multiculturalidad. Hoy Choquehuanca, habiendo dejado las funciones de Diputado por el MIP, se dedica a impulsar la constitución de una universidad indígena, con la clara visión de que este es el camino para contrarrestar las ideologías dominantes, y el colonialismo mental.
Sin duda que para este proceso de debate y emergencia de un pensamiento tupackatarista tuvo mucho que ver el movimiento universitario Julian Apaza, donde se destacaron intelectuales como Moisés Gutierrez y otros, que le dieron un impulso determinante no solo a los movimientos políticos sino también a la producción intelectual.
El tema indígena sin duda a sido tratado de manera multidisciplinaria por los intelectuales aymaras, desde la perspectiva histórica se ha estudiado las formas de organización social, la historia de las sublevaciones, la religiosidad y los procesos de evangelización y la educación, los servicios personales y la obligatoriedad de trabajos en las mitas mineras y obrajeras. En el caso de los estudios sociológicos, se profundiza fenómenos de pervivencia de patrones de organización actual, participación social y política frente al estado y las respuestas de los aymaras frente a otros entes sociales institucionales o sociales. Lo propio desde el campo antropológico, se desarrollan los estudios sobre identidades étnicas e interculturalidad, además de procesos culturales que perviven a través de la tradición oral de los mitos, las leyendas e imaginario colectivo que recorre el tiempo a través de una memoria larga.
A diferencia del intelectual occidentalizado, que tiende a producir individualmente, el intelectual indigena, se halla ligado a una colectividad a una comunidad a la que le debe dar cuenta de lo que se hace, así se percibe la producción del grupo Thoa que a lo largo del tiempo se constituyó en una comunidad de productores intelectuales, donde el diálogo y el compartir reciproco sería la tónica de su proceso intelectual. Esto se constata, en el permanente relación con las comunidades campesinas donde deben cumplir con todos los ritos necesarios para que les abran las puertas de la información proporcionando información, no aun investigador extraño, sino a un hermano. No sólo es un intelectual sino es el portavoz de los sueños y esperanzas de toda una comunidad.
En el proceso que hoy vive Bolivia, la presencia de intelectuales indígenas es incuestionable, tanto en el partido oficialista MAS, así como en la oposición. Lo cierto, es que ya nadie a estas alturas del partido puede objetar la importancia del aporte de estos intelectuales indígenas en la vida política y cultural de Bolivia. Sólo espíritus mediocres y mezquinos pueden cuestionar hoy la capacidad intelectual de profesionales y no profesionales aymaras, quechuas y tupiguaranies, que son un pilar fundamental de esta sociedad multicultural y multilingue, llamada Bolivia.

BIBLIOGRAFIA
Ticona Alejo, Esteban. Los Andes, desde los Andes, ed. Yachaywasi, La Paz 2003.
Piñeiro Iñiguez, Carlos. Desde el corazón de América, el pensamiento Boliviano en el siglo XX, ed. Plural. 2004.
Fernández Quisbert, Ramiro. Los Intelectuales y el análisis sociopolítico en la Bolivia de hoy, ed. Retornos nr.4, la Paz 2004.

Historia del azúcar en Bolivia

Orígenes de la Agroindustria Azucarera en Bolivia
Ramiro Fernández Quisbert
historiador-boliviano

Fuente: Cosecha de caña en una propiedad de la población de Aucapata, Homenaje al IV Centenario de La Paz, 1948.

La historia económica tiene un incipiente desarrollo en nuestro país, muchos temas de primer orden han sido dejados de lado en la investigación social, una consecuencia lógica de ello es el fracaso de muchos proyectos económico-productivos que parten de una visión de corto plazo, desconociendo la trascendencia histórica de los procesos de larga y mediana duración, su impacto y pervivencia en los fenómenos del presente.
Esta investigación tiene como objetivo explorar en los anales de la historia colonial y nacional, el origen de la agroindustria azucarera en Bolivia, enlazando procesos regionales, locales y nacionales; procesos que se concretan en el ámbito de la producción (Infraestructura, tecnología, mano de obra), el comercio (transporte, precio, vías de comunicación, fletes, impuestos) procesos sociales y otros.

EL AZÜCAR EN LA ÉPOCA COLONIAL
Fernando G. Campoamor nos introduce a la historia de la caña de azúcar en el continente americano, intentando una cronología inicial:

“Introducción y siembra de la caña de azúcar en la
Española, por Cristóbal Colón; 1501: se da el primer
Cañaveral, por Pedro de Atienza; 1506, se producen los
Primeros azúcares, por Miguel Ballester o por Aguilón o
Aguiló; 1515: la primera zafra del primer trapiche, por
Gonzalo de Velosa; y 1516: la implantación del primer
ingenio, por Gonzalo de Velosa y los hermanos
Francisco y Cristóbal Tapia...”

Estudios de Carlos Sempat Assadourian (1982) y Laura Escobari (1985) demuestran que la caña de azúcar, fue introducida a los Andes por los españoles, los primeros años del período colonial. En el Virreinato del Perú en el siglo XVI habían cinco zonas productoras de azúcar, las zonas de mayor importancia eran Quito, Arequipa, Paraguay y Argentina, como zonas secundarias de producción: Cuzco, Abancay, Vilcabamba. En Charcas existía producción de azúcar, en muy baja escala, en Santa Cruz y en La Paz, donde en 1587 existían 8 trapiches azucareros en las zonas yungueñas .

Humberto Vázquez Machicado sostiene que el azúcar era importado, llevado con dificultad a Charcas, en distintas formas de consumo, en dulces, chancacas, melazas. Hasta que surgieron las plantaciones de Santa Cruz, especialmente en la región de las barracas, a orillas del Guapay en San Lorenzo, en Santa Cruz la Vieja.

Era muy importante en esta zona la producción del azúcar. La misma que ligó a la economía cruceña al mercado interior cuyo eje económico eran las minas de Potosí. Polo económico donde existía un gran movimiento económico que permitía retroalimentar la economía cruceña, con la adquisición de productos importados de ultramar, como las finas telas de la India o licores exóticos .

El padre carmelita Antonio Vásquez de Espinoza, sostenía que en la jurisdicción de Santa Cruz en los siglos XVI y XVII existían grandes cañaverales y 25 ingenios de azúcar, barracas rudimentarias que abastecían los mercados de la Plata y Potosí

Se mencionan también algunos trapiches en Tarija, Chuquisaca y Cochabamba, aunque son muy precarios y para consumo local. En el caso de Chuquisaca se toma en cuenta la producción azucarera del valle de Cinti y especialmente en esa región la hacienda Caraparí .

En La Paz, por otra parte, los trapiches se hallaban concentrados en los yungas y Apolobamba, las zonas de Coroico, Circuata, Apolo, San Buenaventura producían azúcar en expectable cantidad de tal manera que en el siglo XVIII bajó el producto importado del Cuzco.

En el sud-este de la Paz cobró importancia la producción azucarera de los Yungas de Inquisivi, lugar donde se decía existía una Mina de Caña de azúcar, la Hacienda Cañamina .
Los trapiches azucareros coloniales, según Campoamor tenían las siguientes características:

“es molino o ingenio que se trae con caballos, donde las cañas se estrujan o exprimen y se les saca el zumo melifluo de que se hace el azúcar”, luego se extiende, otros pusiéronse a hacer ingenios poderosos de agua, que muelen más cañas y sacan más azúcar que tres trapiches”

La estructura productiva en la colonia era precaria, los ingenios o trapiches existentes, los alambiques de procesado de alcohol, abastecían mercados regionales, pese a que en el siglo XVIII, la producción y venta de aguardiente era monopolio de España, mediante la cédula emitida por Felipe V en 1714. Sin embargo, como demuestra, Sempat Assadourian, el producto en parte era traído por importación del Cuzco .


Fuente: Trapiche de caña de azúcar en Caupolican, .en: Homenaje al IV Centenario de la Paz.
En los últimos días de la colonia Don Francisco de Viedma gobernador de Cochabamba sostenía que:

“.. el fomento de los cañaverales para el cultivo del azúcar, es el renglón que sostiene el partido de Santa Cruz de la Sierra, y en el que se debe poner el mayor empeño /../ El desperdicio que a pesar de una prudente economía, se tiene para el recojo y beneficio de esta cosecha, es tal, que puede graduarse en casi la mitad del fruto: el que quiere logra comer, y aun extraer las cañas, aunque se hallen cortadas y apiladas para molienda y esta se hace en unos trapiches de madera que no llegan a exprimir todo el jugo de la caña .

TRAPICHES Y AGROINDUSTRIA EN SIGLO XIX
La guerra de la independencia y el triunfo de los patriotas, no trajo un cambio significativo a nivel de la estructura económica. Las haciendas y las comunidades volvieron paulatinamente a restablecer su sistema de producción y comercialización agrícola. Así sucedió con la producción de azúcares en la nueva república en el siglo XIX.

La tesis de Antonio Mitre (1986), sobre la subsistencia del mercado interior, pese al desmoronamiento del sistema colonial ya entrada la república, nos habla de la continuidad de los circuitos comerciales. En el caso de la producción de azúcar según Gustavo Rodríguez, estaba configurado de la siguiente manera; el pan de azúcar cruceño continuaba abasteciendo las plazas de Oruro, Potosí y Cochabamba, mientras que en La Paz, una significativa parte del consumo del producto era importado del Perú .

Las zonas de producción de caña de azúcar según Dalence eran las mismas, Santa Cruz, Las Misiones Franciscanas de Moxos y Chiquitos , La Paz, Tarija, Chuquisaca y Cochabamba:
“…Santa Cruz provee de azúcar a toda la república
Excepto a la Paz que consume la del Cuzco /…/ el
Ron y el aguardiente de Chuquisaca...”

En estimaciones globales de Dalence, en Bolivia por el año 1846 se producía azúcar y miel por un valor monetario de 69.233 pesos de la época, que sin embargo, era un valor ínfimo comparándolo con otros rubros; como el aguardiente y vinos que era de 362.792 pesos o el de la chicha que alcanzaba a 579.244 pesos. Otro de los datos interesantes que nos proporciona el autor del Bosquejo Estadístico de Bolivia, totalmente alarmado, es el número de falcas productoras de vinos, aguardientes y de Chicherías. En el caso de las falcas o centros de producción, contempla estos datos, Chuquisaca 250, La Paz 140, Tarija 30, Potosí 84, Cochabamba 62, Oruro s/d, Santa Cruz 98, Beni 20, Atacama s/d .

Aunque Dalence no proporciona datos concretos de la Paz, por datos del informe Pentlan que cita, conocemos que los centros de producción de estos azúcares en este departamento se hallaban en Sud, Nor yungas y los yungas de Inquisivi. Pero además, en Caupolican en Ixiamas, Apolobamba, San Buenaventura . Lugares donde se produce azúcares y chancacas para consumo doméstico.

En los Yungas de Inquisivi gran parte de su producción estaba concentrada en la microregión de Suri, Cajuata, Circuata, Miguillas, estrictamente en la hacienda Cañamina. Esta producción se realizaba en baja escala en la época colonial, en el siglo XIX, se incrementó significativamente, tal es así que en 1845, 1851, 1897, recibió premios departamentales y nacionales por haber producido, una cantidad expectable de caña de azúcar y haberla refinado en sus propios establecimientos donde se constituyó en la producción fundamental

En un folleto de la época el propietario de la hacienda refiriéndose a la estructura productiva de su hacienda sostenía que:
“..La producción principal es la de caña de azúcar y sus
derivados que son los que brindan mayores ingresos,
alcohol absoluto y Ron...”

La producción de azúcar, con preferencia, se realizaba en Circuata a 25 y 35 grados centígrados como promedio de temperatura. La extensión de las plantaciones en 1902 alcanzaban a 725 has, cada hectárea constaba como medida agraria de 4 catos y cada cato de cañaveral producía en su proceso de transformación un cálculo aproximado de 494 a 616 litros de alcohol de 40 grados Gantier y la misma proporción de Ron de 20 grados

Los cultivos de un ciclo de producción periódico, con una duración de 8 cortes o cosechas anuales, de las cuales, la segunda y la tercera cosecha eran las que mejor producían por su solidez, siendo la densidad del caldo de 10 a 12 grados beaume en su madurez. El cálculo de la capacidad potencial de producción que se estimaba en 1900 era de 741.600 litros de 40 grados. Rigoberto Paredes estimaba una producción aproximada para 1906 de 2000 cajas de alcohol de 6 galones y 500 quintales de aguardiente

Estos niveles de producción de alcohol y ron necesariamente requerían de una infraestructura que en el caso de Cañamina estaba instalada en la misma zona y no como en Cinti que debía transportar la materia prima a otros lugares para realizar su elaboración, lo que implicaba un gasto suplementario en transporte antes de la distribución del producto elaborado .

La construcción de ingenios en la misma zona de producción hacía que se abaraten, de alguna manera, los costos de producción. Contaban con la materia prima necesaria y la mano de obra, la inversión en tecnología, se constituía en el gasto más importante y el transporte que era bastante dificultoso pues se lo hacia a lomo de mula lo que no daba mucha opción a sacar gran cantidad de producto.


Fuente: Cosecha de la caña, Hacienda Munaypata, provincia Inquisivi, Homenaje al IV Centenario de La Paz.
Pese a esto para la transformación o refinación de la caña de azúcar se introdujo tecnología moderna, este paso fundamental hizo que se mejore la capacidad productiva de la hacienda, en cantidad y calidad del producto que era ofrecido al mercado en mejores condiciones de competitividad. Ibargüén haciendo una relación de los logros alcanzados en esta materia en los últimos años del siglo XIX presenta un inventario en el cuál podemos percibir fácilmente la capacidad de la hacienda en cuanto a recursos, infraestructura, equipo y maquinaria que en esa época se podía considerar moderna.
CUADRO I
INVENTARIO DEL INGENIO AZUCARERO DE CAÑAMINA 1902

Un trapiche de hierro
Un motor hidráulico construido en la maestranza de San Jacinto de los señores Shofield y Cia. En Lima Perú
Dos alambiques, uno rectificador para alcohol de 40º, construidos en la factoría de los señores Julia y Cia de Lima Perú y otro sistema Egrot de continuación
Un alambique de continuación Lavy y otro de estaño
Una paila de bronce, para aclaración de la miel , azúcar y chancaca
Las casas de ingenio construidas de madera sólida y en parte de colo con techumbre de calamina.
Una bodega precaria de fermento
La casa de hacienda es de 30 metros con corredores que la circundan, se hace otra que llegará a costar en su término aproximado de 12.000 Bs.
Fuente: La Hacienda Cañamina a la consideración de los industriales, la Paz 1902.

Este inventario nos revela dos aspectos fundamentales: por una parte, corrobora la afirmación que hicimos sobre la introducción de tecnología, la luz eléctrica a través de motores como fuerza energética. Este aspecto nos da pautas sobre el salto que significó el uso de energía humana o animal para la molienda de la caña a través de trapiches rudimentarios, al uso de maquinaria que funcionaba con energía eléctrica, lo que naturalmente liberaba a gran parte de la mano de obra acelerando el proceso productivo.

Por la otra, la estrecha relación con fabricantes peruanos de equipos, que nos muestra que se estaba empleando última tecnología para la elaboración de azúcar y alcohol, pues como nos da a conocer Fernando Campoamor también en la construcción de alambiques se presentaban progresos importantes en esta materia con la introducción de nuevos modelos traídos de los países europeos

En base a estos elementos podemos sostener que la hacienda había entrado en un franco proceso de transformación, hacia la formación de un centro de producción agroindustrial. Una empresa agrícola, que rompía con los moldes tradicionales precapitalistas, pues estos avances influyeron en la forma de empleo de la mano de obra, la remuneración mediante salario a los peones y mingas, aunque no de forma definitiva y única. Porque se siguieron manteniendo patrones de relación servil, expresado en el asentamiento poblacional y el uso de tierra por los colonos, que seguían sujetos al dueño de la propiedad cumpliendo muchas otras labores al interior de la hacienda, distintas al trabajo que implicaba, la sola producción de azúcar o alcohol.

La producción de azúcar y alcohol en la zona fue monopolio de las haciendas, principalmente de Cañamina, habiendo otras que producían en pequeña escala, tales como Calajahuira en la Plazuela, Capellanía y Pampagrande .

La producción azucarera de los yungas de Inquisivi, fundamentalmente de la hacienda Cañamina, había declinado a fines del siglo XIX a raíz de la competencia con su similar extranjero, principalmente con el producto peruano y argentino. Frente a esta situación, la producción del alcohol se constituyó en el rubro principal. En 1913 en un pliego de cargo por una supuesta evasión de impuestos extendido por la prefectura, contra Ricardo Ruiz, propietario de La Hacienda Cañamina, podemos constatar que la misma había comercializado 431 latas de alcohol en la ciudad de La Paz y se hallaban obligados sólo a pagar 431 Bs. por concepto de impuestos. Esta comprobación se hizo en base a un certificado extendido por el sindicato Industrial de Bolivia, que era el único ente autorizado para comprar el producto porque se hallaba a cargo del estanco de alcohol. Este mismo año en un informe pormenorizado el subprefecto provincial sostenía que:
“En la región de los yungas donde existen algunas propiedades valiosas como Cañamina, Polea y otras, el cultivo se dedica con preferencia a la plantación de coca y elaboración de alcohol y alguna producción de café calculando aproximadamente en 4.000 cestos de coca, 2.000 quintales de licor de caña de azúcar y unos 600 quintales de café”
Según Langer, la importación del azúcar barato del norte argentino y otros países hizo que muchos cultivadores de caña de La Paz y de Santa Cruz se pasaran a la producción de alcohol . En el caso de Cinti (Chuquisaca) durante la primera mitad del siglo XIX la producción de caña dulce se extendió en los valles de Pilaya y Pilcomayo. La hacienda Caraparí fue una de las más importantes:

“De las cinco sesiones en que se subdividia Carapari, cuatro eran cultivadas exclusivamente por los arrenderos; la sección en que estaban situadas todas las tierras de la hacienda abarcaba el valle, la casa de hacienda y la destilería. La naturaleza de la caña de azúcar, que exige poco trabajo durante la mayor parte del año, si requería gran cantidad de mano de obra en su cosecha...”

La mayor parte de las haciendas productoras de caña de azúcar de esta zona vendían su producto en forma de miel de caña o Chancaca, a los hacendados del Valle de Cinti, los mismos que la convertían en aguardiente. Langer nos demuestra en su estudio, que existía un mercado interno, donde los circuitos comerciales tenían su centro dinámico en las minas de plata de Potosí, en las minas de Huanchaca, pero también en Uyuni, Colquechaca, Tarija, Cotagaita y Sucre

DEBACLE, RECUPERACIÓN Y AUGE DE LA AGROINDUSTRIA AZUCARERA

La crisis productiva de los años de apertura al mercado internacional declinó y ya en los años veinte adelante no podemos hablar de una producción azucarera como tal, sino de producción de aguardiente de caña. Sin grandes cambios en la economía cruceña o la paceña. En el caso de Chuquisaca, Langer estudia a la Sociedad Agrícola, ganadera e Industrial de Cinti, (SAGIC), que era propietaria de las haciendas de San Pedro Mártir, Culpina e Inkawasi, según él autor, ligada a intereses de Simón I Patiño, con fuerte respaldo económico-financiero, organizada en 1925, creó un gran complejo industrial:
“Las haciendas integrantes de SAGIC sufrieron cambios casi inmediatamente después de la creación de la sociedad. En 1925 comenzó la construcción de una carretera de Inkawasi a San Pedro. En Culpina se construyó una población /... /Un gran complejo de destilación de granos dominaba la población, que también incluía un molino de granos y una pulpería/.../En 1928 la sobreproducción puso en crisis la industria alcoholera; poco después la gran crisis mundial hizo bajar las ventas de alcohol, sobre todo en las minas, obligando a la sociedad a depender más de los arrenderos en sus ganancias”
SAGIC encontró la manera de enfrentar esta crisis apoyándose en las ganancias que le reportaba la explotación de sus likinas y del uso de mano de obra de los arrenderos, luego de la reforma agraria se convirtió en una industria importante de producción de singanis del país.
En todo el país a lo largo de las décadas del 30 y 40 la producción de azúcar había disminuido significativamente convirtiéndose en alcohol blanco.
En el mercado nacional los más grandes productores eran: La Sociedad Agrícola Ganadera e Industrial de Cinti en Chuquisaca, Carabuco en La Paz con su alcohol marca Inca, Cochabamba con su marca Tigre y Cañamina con su alcohol marca el Sol en los yungas de Inquisivi del departamento de La Paz . La distribución de producción de azúcar en el territorio nacional en la primera mitad del siglo XX, según Pando era la siguiente:
CUADRO II
PRODUCCIÓN DE AZÚCAR EN BOLIVIA 1947

Departamento Toneladas
%
Santa Cruz
Chuquisaca
Cochabamba
La Paz
Tarija
Beni
Pando 30.000
7.000
3.800
2.800
2.800
400
200 63.8
14,9
8.1
6
6
0,8
0,4
Total 47.000 100
Fuente: Jorge Pando Gutiérrez, Bolivia y el Mundo, Tomo II, La
Paz, 1947, p. 211

En el caso del departamento de La Paz, en una evaluación provincia por provincia, en los artículos del homenaje al IV Centenario, constatamos que las zonas más importantes de producción de azúcar eran:
Inquisivi (Circuata, Cajuata, la hacienda Cañamina y otras), Muñecas (Camata, Aucapata, Iskanwaya), Larecaja (Mapiri, Tipuani, Guanay, Challana, la fabrica de Alcoholes de caña Chiliza), Caupolican (Apolo, Haciendas Piliapo, Puerto Tuiche, en el curso del río Machariapo y aledaños), Sud Yungas (Irupana, La hacienda La Plazuela de donde se sacaba 5000 litros de alcohol al año) Iturralde (Ixiamas) .
La producción de azúcar refinada en baja escala sólo abastecía ha las micro regiones, constituyéndose el alcohol en la fuente de ingresos de los productores, en las tres primeras décadas del siglo XX, experimenta procesos importantes, que abordaremos más adelante.
En la provincia Inquisivi, el caso de La Hacienda Cañamina es relevante. En los años veinte un experto norteamericano J. Wannag fue contratado para realizar una evaluación de las características de la propiedad, el informe de este consultor extranjero daba a conocer que en ella se estaba produciendo 60 latas quincenales de 96 grados y que tenía capacidad para producir el doble, fruto de la explotación de 130 hectáreas
En la década del 40, la producción de alcohol, había sustituido a la producción de azúcar definitivamente, quedando atrás la posibilidad de volverse a constituir en un ingenio azucarero. En 1948 Antonio Fuentes presentaba un cuadro de producción de alcohol en los yungas de Inquisivi donde Cañamina mantenía la primicia en niveles de producción de alcohol, por lo menos en la zona; habiéndose conservado su potencialidad productiva pese a estar sometida a los avatares de la guerra del Chaco (1932 - 1935) que la afectaron de manera directa por constituirse en propiedad del Banco Central de Bolivia sometida a los designios de la cosa pública.
CUADRO III
CENTROS DE PRODUCCIÓN DE ALCOHOL EN LOS YUNGAS DE INQUISIVI Y ALREDEDORES 1948
DESTILERIAS PRODUCCIÓN ANUAL DE CAÑA
QQ PRODUCTOS DERIVADOS VALOR APROXIMADO Bs.
S.A.Industrial Cañamina
Hacienda Munaypata
Hacienda Moxacoca
Hacienda Pampagrande
San Jacinto
La Vega
33.000
18.500

3.100
1.000

1.300
900
Alcohol 40º grados


Aguardiente
1650.000
950.000

155.000
20.000

26.000
18.000
Fuente: Homenaje al IV Centenario de La Paz, 1948 T III, p.456

En Sud y Nor yungas también existía producción de alcohol, estadísticas elaboradas por la aduana de la coca, nos muestran que en esta zona en 1946 el volumen de alcohol que salía por concepto de comercialización alcanzaba, a 2.296 litros , atribuyéndole solamente la salida de 20 litros en 1946 a la provincia Inquisivi. Dato errado puesto que en Chulumani como en Irupana la producción era casi nula por estar a una altura m.s.n.m. desfavorable a la explotación de la caña de azúcar. Este dato equivocado se puede explicar, por que está tomado de una de las receptorías de la aduana de la coca instalada en Irupana por donde necesariamente salía la producción de alcohol de los yungas de inquisivi. En la misma estadística se muestra como zona de importancia en la producción del alcohol en La Paz a la provincia Loayza, es decir, (Luribay, Caracato, Sapahachi) con una producción de 5.391 litros
Aquí es necesario hacer una precisión, la producción de alcohol de caña de azúcar se da en zonas de vega - yunga y en el trópico, la producción tradicional de los valles de Luribay desde la época colonial fueron el vino y el singani (Pisco), elaborados fundamentalmente en base a uva, mientras que en la hacienda Cañamina, la base era la caña de azúcar y sus derivados. El azúcar tenía similar circuito al de la coca, era principalmente de consumo micro regional y regional. Su distribución tenía dos canales, salir por Irupana hacia la Paz y por Eucaliptus hacia Oruro en el recorrido se consideraba a las comunidades de Altura.
Santa Cruz
Fue recién en la década del 40 del siglo XX que la producción azucarera en Bolivia experimentó una recuperación de alcances importantes. El principal centro de producción azucarera, fue el departamento de Santa Cruz de la Sierra. Una de sus primeras experiencias se desarrollo en la hacienda “La Esperanza “ubicada en la provincia Warnes a 60 km. de la capital oriental.
Los pequeños ingenios azucareros tradicionales recibieron un empuje de grandes dimensiones las próximas décadas, a raíz de las recomendaciones realizadas por la misión económica norteamericana presidida por Mervin Bohan, que planteaba al gobierno boliviano orientar su política de desarrollo capitalista del agro con la marcha hacia el oriente, para impulsar la explotación petrolera y agricultura tropical, política que se efectivizó con el triunfo de la revolución de 1952.
El “Plan Bohan” se implementó a través del fortalecimiento de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF) creada en los años 40 y que dio un empuje importante a la industrialización del azúcar a gran escala con la creación de los ingenios azucareros en el siguiente orden:
La Esperanza 1949
La Bélgica 1952
Guabirá 1956
San Aurelio 1957

El servicio Agrícola Interamericano (SAI), Agencia Gubernamental de los Estados Unidos empezó a operar en Bolivia en 1947, recibió un nuevo impulso a partir de 1954. Del SAI dependía un pool de maquinaria pesada que se instaló en Santa Cruz, y cuyas topadoras, tractores y moto niveladoras, eran arrendadas a los nuevos agricultores
Pero esta historia de despegue económico, que hoy vive un auge irrebatible, no hubiese sido posible sin el trabajo titánico y emprendedor de los precursores de la agroindustria en los distintos rincones de nuestra patria a quienes les rendimos nuestro tributo por luchar por un país viable pese a las condiciones geográficas, económicas y sociales adversas.
CONCLUSIONES
La historia económica de la producción de azúcar y alcohol de caña en nuestro país, todavía está por escribirse, este artículo inicial pretende abrir el camino para nuevas investigaciones. Sin embargo, en base a las fuentes consultadas, podemos evidenciar que en el mercado interno, en las economías locales, la presencia de este producto gozó de importancia, pues no todos pudieron acceder fácilmente a productos importados.
En algunos casos, como lo señalamos, en el siglo XIX, se intentó mecanizar los procesos productivos, pasando de la producción casera artesanal a la producción agroindustrial, los casos de Cañamina o Caraparí son emblemáticos, habiéndose enfrentado a la competencia extranjera de azúcar peruana o argentina. Es recién en la mitad del siglo XX que de la producción artesanal del trapiche y del alambique se pasa a la producción, de las moliendas industriales y procesos de cristalización de la azúcar blanca en la emergente agroindustria cruceña. Los orígenes de la agroindustria azucarera están allá donde se desarrollaron estos intentos de progreso, avasallados por la competencia desatada por el libre mercado en el proceso liberal de modernización.
FUENTES
ALP. Expedientes de la prefectura de La Paz.
ALP. Padrones y Revistas de La Paz
A.SAGIC. Correspondencia
Aduana de la Coca. Estadísticas agrícolas 1947.

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IBARGÜEN, Juan José. Cañamina a la consideración de los industriales, La Paz, 1902
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VAZQUEZ Machicado, H. y VAZQUEZ Machicado, José. Obras Completas, 7 Tomos, Ed. Don Bosco, La Paz, 1988.
RODRIGUEZ Gustavo, “Acumulación originaria, Capitalismo y Agricultura precapitalista en Bolivia (1870-1885) en: Avances 2, La Paz, 1978. pp. 119-143.

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